LOS GODOS EN CARRANQUE.

Los godos, pueblo bárbaro procedente del este de Europa, penetraron en el siglo IV dentro del territorio del imperio romano debido a la presión de los hunos. Unas veces aliados y otras, enemigos de los romanos, recorrieron el imperio, batalla tras batalla. Tras la separación de los godos en 2 pueblos diferenciados, visigodos y ostrogodos, los primeros se asentaron en el sur de las Galias y el norte de Hispania, dentro del impero romano, en el año 412, estableciendo su capital en Tolosa (Toulouse). Con la caída del último emperador romano, Rómulo Augusto, en el año 476, Eurico se convirtió en rey de visigodos e hispanorromanos. Esto no significa que los hispanorromanos se acostasen un día siendo romanos y se levantasen al día siguiente siendo visigodos, sino que la lengua, la cultura y las instituciones romanas siguieron su curso como si nada hubiese pasado y, poco a poco, los invasores godos fueron los que asimilaron la cultura romana. Tras la derrota sufrida frente a los francos en la batalla de Vouillé en el año 507, los visigodos establecieron su capital en Toledo.

Dentro del reino visigodo solo los altos cargos son ocupados por visigodos, pero las instituciones locales siguen en manos de hispanorromanos, ya que así es mucho más fácil controlar al pueblo, que en su mayoría es romano. Se calcula que la población visigoda en Hispania no superaría las doscientas mil personas frente, a no menos, de cinco millones de hispanorromanos.

Cabe destacar que la época visigoda es la más oscura de la historia, ya que la falta de información y noticias de esos tiempos es tal que, incluso, se sabe de la existencia de algunos reyes solo por las monedas que de ellos han aparecido. Aun así, al estar en Toledo su capital, los visigodos nos dejaron buenos ejemplos de su paso por Hispania, así todavía podemos contemplar además de las ruinas de Carranque, las iglesias de Santa María de Melque en San Martin de Montalbán y las ruinas de la iglesia de San Pedro de la Mata en la pedanía de Casalgordo, Sonseca; además de la gran cantidad de restos que pueden contemplarse en la capital visigoda, Toledo.

La villa romana de Materno fue ocupada por los visigodos en una época aun incierta, aunque, parece ser, no demasiado tardía, posiblemente incluso antes del traslado de la capital a Toledo. No se sabe si llegaron a ocupar el edificio dedicado a residencia de Materno o sus herederos, pero en cambio la ocupación del edificio palacial fue rápida, convirtiendo el edificio romano en iglesia, aunque es de suponer que esta iglesia fue arriana, ya que esta era la religión que profesaban los visigodos, para luego pasar a iglesia cristiana tras la conversión de Recaredo en el año 589. Debemos tener en cuenta que algunos indicios arqueológicos apuntan a que la iglesia y la necrópolis no se crearon hasta el siglo VII, d.C.

De la iglesia visigoda nos han quedado varios testimonios arqueológicos, como crismones de mármol, algún fragmento de pila bautismal o de agua bendita y sobre todo una impresionante necrópolis con más de un centenar de tumbas excavadas. Las tumbas son de varias tipologías, sarcófagos de granito en dos piezas, caja y tapa y tumbas excavadas en el subsuelo y recubiertas con lajas de piedra de yeso, algunas solo excavadas en tierra y con tapa compuesta por una losa también de mineral de yeso. Todas ellas orientadas siempre al este, es decir, con la cabeza del difunto orientada hacia donde sale el sol. Lo más llamativo de estas tumbas es la cantidad de materiales reutilizados procedentes de los antiguos moradores romanos. Han aparecido varios fragmentos de mármol procedente de sarcófagos de época romana. La tumba denominada Nº 7 se encuentra en el extremo noroeste del patio central del Palatium y en ella se enterró a un individuo infantil. Los análisis de sus huesos han revelado que se trata de un niño de entre nueve y trece años. La fosa fue revestida de mampostería, siendo cubierta por una tapa de sarcófago romano reutilizada, manufacturada en mármol ibérico de Estremoz con una talla en relieve con un motivo religioso cristiano, el ciclo del profeta Jonás y la ballena, hecho que nos demuestra que en el Carranque de época romana ya se profesaba la fe cristiana. El enterramiento carecía de ajuar funerario, aunque se utilizaron en su interior diversos tipos de mármoles romanos.

Se puede constatar en época visigoda una enorme reutilización de mármoles romanos para la construcción de las tumbas. También se utilizaron motivos marmóreos para ser incorporados en la decoración, como en la tumbe 25, también infantil, donde se utilizó un capitel de pilastra.

En el año 711 la península Ibérica fue invadida por los árabes, certificándose así el final del reino visigodo de Toledo. En las excavaciones de Carranque, hay que señalar que se han encontrado pocos restos arqueológicos de época musulmana, después de casi cuatro siglos de ocupación. Todo parece indicar que la iglesia visigoda pasaría a ser mozárabe, una iglesia cristiana en territorio musulmán, para en el siglo XII, después de la reconquista convertirse en el monasterio de Santa María de Batres.